SER HUMANO ¿SE NACE O SE HACE?

El debate entre lo heredado y lo aprendido lleva años siendo parte de la comunidad científica, que trata de demostrar cómo la genética y el entorno influyen en la definición de la personalidad. Sabemos que nuestros logros complejos como humanos empiezan en la infancia. Hay estudios avanzados que demuestran que, cuando nacemos, ya estamos equipados...

El debate entre lo heredado y lo aprendido lleva años siendo parte de la comunidad científica, que trata de demostrar cómo la genética y el entorno influyen en la definición de la personalidad.

Sabemos que nuestros logros complejos como humanos empiezan en la infancia. Hay estudios avanzados que demuestran que, cuando nacemos, ya estamos equipados para afrontar las complejidades de la vida ya que, al nacer, el cerebro tiene casi 100.000 millones de neuronas, tantas como en la edad adulta.

El cerebro nace con más neuronas de las que necesita, para pasar después por un proceso de «poda» de neuronas en varias oleadas de reorganización, de la que sólo sobreviven las que generan conexiones con otras.

A base de tareas y estímulos diversos, como oír una nana o alargar la mano para coger un juguete, se van estableciendo distintas redes neuronales. Los circuitos se refuerzan a través de la repetición. La vaina que reviste las fibras nerviosas –hecha de un material aislante llamado mielina– se engrosa en las rutas de uso frecuente, haciendo que los impulsos eléctricos viajen más deprisa.

Los circuitos que no se utilizan mueren al interrumpirse las conexiones, un fenómeno conocido como «poda sináptica». Entre los doce meses y los cinco años, y de nuevo en el primer estadio de la adolescencia, el cerebro atraviesa ciclos de crecimiento y reestructuración en los que la experiencia desempeña un papel fundamental a la hora de definir los circuitos que permanecerán.
En los primeros años los «entornos culturalmente enriquecidos» ocasionan más conexiones que los entornos empobrecidos. ¿Qué significa esto? Que cuanto más rico es el ambiente en el que se encuentra el niño, mayor es el número de conexiones neuronales, dando lugar a un aprendizaje más rápido y significativo. El cerebro, aunque nace preconfigurado con unas capacidades asombrosas, depende en gran medida de la aportación del entorno para avanzar en su proceso de configuración.

Diversos estudios de Universidades de América y Europa aportan datos sobre cómo la falta de estímulos relacionales, la carencia afectiva… provocan la ausencia de algunas conexiones neuronales básicas para el desarrollo equilibrado y feliz de lo más pequeños.

¿Deberían los bebés ser expuestos al máximo número de experiencias de aprendizaje tempranas en los 3 primeros años de vida? No forzosamente. La mielinización (proceso de refuerzo de las conexiones neuronales) se alarga hasta incluso los 18 años, hay mucho tiempo para que los niños aprendan muchas cosas. Además, en los primeros años de vida el cerebro goza de suficiente plasticidad para que se puedan superar las experiencias negativas.
Os recomendamos el documental BABIES, que nos ha parecido muy interesante sobre este tema. Es una serie documental, en la que los últimos avances científicos permiten mostrar con todo detalle cómo descubren los bebés la vida en su primer año.

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